Study. La Profecía del Nuevo Testamento. By Fabian Massa.
Una vez que Nabucodonosor aplastó
la rebelión de Joacím en el 597 a. C.[1]
se produce la primera deportación a Babilonia. En esa oportunidad fueron
exiliados el profeta Ezequiel (Ezequiel 1.1, 2 Reyes 24.10) y el profeta Daniel
(Daniel 1.1; 2 Reyes 24.14; 2 Crónicas 36.10).
Como vimos en el post “El
sitio de Jerusalén 588 – 586 a.C.”[2]
Jeremías y Ezequiel fueron contemporáneos, profetizando el primero dentro de la
ciudad y el segundo desde el cautiverio en Quebar (cerca de la actual Tel Aviv).
La deportación a Babilonia
sumergió en una profunda tristeza a los judíos, tanto a los que quedaron en el
país como a los exiliados.
El Señor, en su misericordia, dio
una Palabra de aliento y esperanza a su pueblo:
16 Así
dice el Señor:
«Reprime
tu llanto, las
lágrimas de tus ojos,
pues
tus obras tendrán su recompensa:
tus
hijos volverán del país enemigo
—afirma el Señor—.
17 Se
vislumbra esperanza en tu futuro:
tus
hijos volverán a su patria —afirma el Señor—. Jeremías 31.16 - 17 NVI.
Mientras tanto el Ezequiel recibe esta profecía en Quebar:
Cuando dé a conocer mi santidad entre
ustedes, las naciones sabrán que yo soy el Señor. Lo afirma el Señor
omnipotente. 24 Los sacaré de entre las
naciones, los reuniré de entre todos los pueblos, y los haré regresar a su
propia tierra. Ezequiel 36.23-24 NVI.
Esto comenzó a llevarse a cabo a partir del
decreto de Ciro (Esdras 1.1 - 5) en el 539 a.C. Pero hay algo muy importante
que El Señor promete a su pueblo:
25 Los rociaré con agua pura, y
quedarán purificados. Los *limpiaré de todas sus impurezas e idolatrías.26 Les daré un nuevo *corazón,
y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora
tienen, y les pondré un corazón de carne. 27 Infundiré mi Espíritu en
ustedes, y haré que sigan mis preceptos y obedezcan mis *leyes. 28 Vivirán en la tierra que les di
a sus antepasados, y ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios. Ezequiel 36.25 – 28 NVI.
25 Los rociaré con agua pura, y
quedarán purificados. Los *limpiaré de todas sus impurezas e idolatrías. Obviamente
está hablando de la purificación que Cristo hace en el corazón del creyente.
…les quitaré ese corazón de piedra que ahora
tienen, y les pondré un corazón de carne. Solo El Señor puede transformar el corazón
del hombre para que quiera entender y vivir según Su Palabra.
27 Infundiré mi Espíritu en
ustedes, y haré que sigan mis preceptos y obedezcan mis *leyes. Se entiende que este es el bautismo del Espíritu Santo que
opera en todos los que aceptan a Jesús como su salvador personal. Para esto
haría falta un pacto nuevo, distinto del que los judíos tenían.
Necesitaban
algo nuevo porque era evidente que al antiguo pacto no lo habían aprovechado, Jeremías
lo explica así:
31 »Vienen
días —afirma el Señor—
en que haré un nuevo *pacto con el pueblo de Israel y con la tribu de Judá. 32 No
será un pacto como el que hice con sus antepasados el día en que los tomé de la
mano y los saqué de Egipto, ya que ellos lo quebrantaron a pesar de que yo era
su esposo —afirma el Señor—.
33 ȃste
es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel —afirma el Señor—:
Pondré mi *ley en su *mente, y la escribiré en su *corazón. Yo seré su Dios, y
ellos serán mi pueblo. 34 Ya
no tendrá nadie que enseñar a su prójimo, ni dirá nadie a su hermano: “¡Conoce
al Señor!”,
porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán —afirma el Señor—.
Yo les perdonaré su iniquidad, y nunca más me acordaré de sus pecados.» Jeremías 31.31 –
34 NVI.
Jesús el Cristo fue el mediador de este Nuevo Pacto, en sus
propias palabras:
19 (Jesús) También tomó pan y, después de
dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo:
—Este pan es mi
cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí.
20 De la misma manera tomó la copa después de la
cena, y dijo:
—Esta copa es el
nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes. Lucas 22.19 – 20 NVI
Nosotros somos los afortunados que vivimos en el tiempo del
Nuevo Pacto! Para nosotros es la profecía y su cumplimiento. Cuando aceptamos a
Jesús, El Señor puso su Ley en nuestra mente (para que la entendamos) y en
nuestro corazón (para que la amemos) para ser hijos de Dios (San Juan 1.12).
Dios ya puso en
nosotros Su Palabra y en nuestro corazón el deseo de cumplirla. Es como cuando
un técnico de programación introduce un programa en una computadora, la máquina
ya está lista y solo hace falta conocer y hacer correr el programa.
Dios ya hizo la parte difícil (en realidad lo imposible
para nosotros) y nos deja la tarea de renovar nuestro entendimiento de la vida cambiándolo por la manera que Dios nos dice que debemos vivir, pero el apóstol Pablo lo explica
mejor que yo:
1 Por lo tanto, hermanos, tomando
en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en
adoración espiritual,[a] ofrezca su cuerpo como
sacrificio vivo, *santo y agradable a Dios. 2 No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la
renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad
de Dios, buena, agradable y perfecta. Romanos
1.1 – 2 NVI.
El Señor
ya hizo su parte, nos dio un corazón nuevo e imprimió Su Palabra en nuestra
mente. Nosotros solo debemos hacer correr el programa, estudiando y meditando la
Biblia y poniendo en práctica lo que nos dice.
La
Semana 70 está por comenzar, no descuidemos una salvación tan grande, no sea
que la perdamos. ¿Estamos renovando nuestra mente con la Palabra de Dios?
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